Mostrando las entradas con la etiqueta personal. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta personal. Mostrar todas las entradas

martes, 19 de mayo de 2015

Introducción a la Guatemala del 2015


Saqué la bella imagen de aquí.



La palabra que todos usaban antes de que llegara el 2015, para describir a este año, probablemente era: electoral. Año electoral, con todo lo que eso conlleva en un país como el nuestro. Actividades proselitistas (incluyendo la típica campaña anticipada, aunque esa haya iniciado casi el día después de Otto Pérez Molina tomara posesión, por así decirlo), personas acarreadas de una actividad a otra, manipulación, discursos falaces, conflictos entre candidatos, violencia... Las mismas personas que desde hace años han tratado de llegar al poder. Y aquel dicho de "caras van, caras vienen" adaptado a los "partidos políticos". Nada nuevo.
Pero aquí estamos. A poco más de cuatro meses y medio de haber iniciado el año. El tercio del 2015 que ha transcurrido sin duda sirve para ejemplificar que no todo es cómo lo pintan. Y en este día, más que llamarlo "año electoral", yo lo llamaría "año del despertar". Lo que ha pasado en estos meses en Guatemala, bien podría inspirar el guión de series o de alguna película caracterizada por los dramáticos giros.
Y es que en cuestión de semanas presenciamos  la persecución de funcionarios,  la caída libre del partido oficialista, los arrebatos, abusos y shows del partido puntero en las encuestas; la renuncia de la vicepresidenta, la elección de un vicepresidente con un pasado y presente para nada idóneos, la renuncia del ministro del MEM, las acusaciones de unos partidos a otros por casos de abusos, las peleas entre simpatizantes y detractores, las incongruencias del presidente, etc. Pero más que mencionar las tantas cosas malas que han podrido y pudren el sistema guatemalteco, es mejor acatar esa popular sugerencia de verle el lado positivo a las cosas. ¡Y vaya lado positivo el que tienen!
Empezando por las masivas manifestaciones pacíficas de la capital, y las marchas y manifestaciones al interior de la República. Que demuestran la unidad de una gran parte de la población -representando los intereses comunes- en contra de la corrupción. Una sólida muestra de ciudadanía, de interés y de amor hacia la patria. Por otro lado hay que señalar los resultados que estos movimientos han tenido, puesto que el mérito de la renuncia de Baldetti se lo llevan los guatemaltecos. Pero no es este el único logro, sino también el hecho de haber dejado por un lado el temor de salir a las calles y manifestar, el haber logrado manifestaciones puras y de los ciudadanos, eso es algo importante de reconocer.
Y cómo no mencionar el protagonismo de la juventud. Para todos aquellos que veían a unos jóvenes dormidos, pasivos y desinteresados; no hay prueba más contundente que los grandes contingentes universitarios y juveniles participantes de estos movimientos. Pero claro que la juventud va guiada, y es aquí donde juegan un papel importante todos los adultos que tienen en la mira el dejar un mejor país para las futuras generaciones y crear un cambio, apoyados en el resto de la población.
Unidad, cambio, despertar. Tres palabras importantes. Y el trasfondo de las tres se sintetiza en la palabra: "conciencia". Aquel que diga que los guatemaltecos ignoran las condiciones en las que está sumergido el país, está muy equivocado. Realmente creo que esta conciencia se ha ido gestando desde hace tiempo atrás. Lo que es bueno, porque significa que todo lo que está sucediendo con la ciudadanía no es una simple llamarada.
Los guatemaltecos están claros de qué es lo que quieren, más claros que nunca. No más corrupción, la renuncia de OPM, demandan cuentas a los funcionarios, un cambio sustancial en el sistema y en la forma de hacer política en el país, reformas a la LEPP, más investigación por parte de la CICIG y el MP, y que sea realmente a los guatemaltecos honestos y trabajadores a quienes les toque escoger el rumbo del país y tomar las riendas de este. Y no cualquier/a pseudo-político/a.
Con estos párrafos doy la introducción a la Guatemala del 2015. Digo la introducción porque en poco más de un tercio de año transcurrido, y a algunos meses de poder cambiar la historia y el curso de Guatemala, aún queda mucho por ver y muchísimo por hacer.
Que sea pues, la conciencia la que nos guíe en todo. Que sea la conciencia el motor de este despertar y el origen del cambio verdadero, un cambio para el bien de todos.

lunes, 23 de marzo de 2015

Por qué paso tanto tiempo en el pasado.


Antes de empezar, quisiera aclarar que soy una joven con muchos arrepentimientos, y eso no está bien.

Obtuve la imagen aquí.



¿Alguna vez te ha pasado, que te encuentras feliz, viviendo el momento, cuando de repente y absolutamente de la nada, recuerdas algo que te frustra, te avergüenza o te entristece?

¿No? Qué suerte la tuya.
¿Sí? Pues déjame decirte que no estás solo.  

Honestamente creo que uno no puede dejar ir el paso así por así, muchos dicen que se trata de vivir aprovechando el momento, y nunca mirar hacia atrás. Pero en mi opinión, creo que esto es algo imposible de hacer. Por muy deprimente que suene, más de algún buen evento tuvo que haber tomado lugar en tu vida. Más de alguno. Y apuesto a que sueles recordar estos eventos regularmente. 

Pero así como el pasado pudo haber estado lleno de triunfos, seguramente también tuvo muchos fracasos, caídas, eventos que es mejor no recordar, y que son irónicamente los que algunos más recordamos. Y me incluyo porque es justamente esto lo que me sucede a menudo. Me encuentro en determinado momento pensando en algo, y luego ¡zaz!, uno de esos recuerdos llega de la nada a mi mente, y llega para quedarse y dar lata para rato. Pero, ¿qué es lo que sucede? ¿Por qué me "gusta" tanto pasar tiempo en el pasado?

No creo tener una respuesta definida para esta pregunta, pero es que nada en esta vida está resuelto, nada es seguro y nada es absoluto. Ni siquiera la nada lo es. 

Dejando de un lado esta mini divagación filosófica, que no tiene mucho que hacer aquí, regreso para intentar resolver a las interrogantes. Considero que pese a producirme vergüenza, tristeza, rencor, nostalgia, melancolía o lo que sea; el pasado de cierta forma de hace sentir viva. Por más obvio que este razonamiento sea, lo encuentro válido para contestar. Recordar el pasado me sirve para darme cuenta de mi participación en el curso de la vida y de las situaciones en las que estuve involucrada. Porque estoy segura que de haber actuado distinto, muchas cosas hubieran tomado un curso totalmente distinto, y quizás no estaría en la posición en la que me encuentro ahora. Cómoda y feliz. A gusto.

Claro que el pasado tampoco hay que tomarlo por sentado. Una de mis mañas, que aunque la considere mala y atosigante, es pensar de qué otra forma -mejor forma- pude haber actuado en determinados casos. Siempre me encuentro perdida en el pasado, pensando en mil opciones que habrían hecho de mis acciones algo muchísimo mejor y memorable. Y es ahí cuando el remordimiento y el arrepentimiento me llevan a un callejón oscuro y sin salida. Me enfurezco por no haber sabido actuar en el momento, pero luego recuerdo una cosa sumamente importante: SOY HUMANA. Los errores son algo de mi diario vivir, y tengo que aprender a acostumbrarme a ellos, a saber manejarlos, pero aún más importante, tengo que saber cómo APROVECHAR MIS ERRORES. Y creo que una vista al pasado, un "mirar hacia atrás" también me permite aprender a hacer esto. 

Quizás por eso me encanta vivir en el pasado (claro, sin descuidar el presente por un solo segundo), porque me hace armarme de valor para afrontar la vida de una forma mejor.

Antes de terminar quisiera decir que soy una joven con muchos arrepentimientos, pero que se está esforzando de sobremanera para transformarlos en aprendizaje, fuerza y valor.

Al iniciar dije que qué suertudo si eras de aquellas personas a las que el pasado les vale y nunca lo recuerdan. Pero al final, creo que más suertudos somos quienes sentimos al pasado atosigándonos. Porque nos prepara para enmendar el presente y encarar el futuro. 

miércoles, 25 de febrero de 2015

La mariposa que se negaba a dejar el capullo



Ella era fuerte, segura, confiada. O al menos eso era lo que quería que los demás creyeran. 

La verdad es que, en su interior ella sentía que era todo lo contrario: débil, tímida, frágil, insegura... Le parecía fácil acatar libretos, disfrazarse con ilusiones, vestirse de complacencias, mientras agradaba a quienes la rodeaban e impresionaba a quienes debía impresionar. Se preguntaba constantemente, ¿habrá alguien que me entienda? Mas la respuesta parecía ser siempre un "no". Mariposa estaba rodeada de un mundo, que parecía poco interesado en conocerla verdaderamente. Un mundo que exigía de ella, lo que necesitara, un mundo que parecía extra-limitarla. 

Ella estaba lista para salir al mundo, extender sus alas y volar tan alto como pudiera. Tenía todas las capacidades, dotes y habilidades necesarias. Era inteligente, cariñosa, alegre, servicial, entregada, comprometida... Y sin embargo no lo hacía. ¿Qué la detenía? ¿Por qué no abandonaba el capullo? Seguramente por el miedo. Miedo a caer, a no levantarse, pero principalmente, miedo a que los demás vieran cómo era realmente, y que eso les desagradara. 

Ella no era débil, tenía fuertes opiniones y juicios, pero tenía miedo de expresarlos y ser cuestionada. Ella no era insegura, tan sólo se paraba detrás de otros para que cubrieran sus supuestas imperfecciones y defectos. Y aunque tuviera mucho que demostrar, prefería aportar sigilosamente a las vidas de los demás; en lugar de trabajar por su propia vida.

Se dejó el alma en los demás, les dio sus alas. Cuando los demás caían, era ella quien los levantaba. Sentía que ese era su lugar, su misión. Permanecer todo el tiempo, al tanto de los otros. Pero asumió esta tarea, de tal forma que se descuidó a ella misma. 

¿Qué pasa Mariposa? ¿Es que no te das cuenta de que eres hermosa y poderosa? Claro está que es importante ayudar a los demás, pero ¿por qué siempre tras bambalinas? Entiendo lo de la modestia, pero es que,  ¿no te das cuenta que te estás dejando pisotear?. Tras bambalinas,  en donde nadie puede verte ni escucharte con claridad. Tienes tanto que decir, tanto que aportar. Pero ese capullo no te deja brillar. 

Mas, había una persona, que así como María Iribarne se fijó en el cuadrito de la pintura de Castel; se fijó en Mariposa. La única que le prestó atención, pero aún más importante, la única que se tomó el tiempo de desenvolver ese capullo y conocer el interior; haciéndola sentir cómoda, segura y sin miedo... Así como has dejado pasar un millar de oportunidades, Mariposa ¿dejarás pasar a este atrevido? Que pareciera conocerte y apreciarte más de lo que tú misma lo haces.

Cuando te hablo a tí, Mariposa, sé que le hablo a una parte de mí. Porque sé que soy así. Para mi desgracia o mi fortuna, soy una mariposa que tiene miedo a volar. Sé que soy fuerte, segura, confiada. Sé que soy inteligente, hábil, firme, soñadora. No entiendo por qué me limito, no me explico de dónde viene ese miedo que me ata y me sujeta firmemente a la parte de atrás del escenario de la vida. 

Y aunque a veces crea que nadie me comprende, sé que no es así. Porque en algún momento de la vida, todos somos mariposas con miedo a volar. Con miedo al qué dirán, o a un futuro que somos incapaces de divisar. Muchas veces estamos enfocados en ayudar a los demás, en parecer agradables, en ser aceptados y encajar; pero nuestros esfuerzos siempre van hacia los demás. ¿Por qué no me esfuerzo primeramente, en ayudarme y aceptarme? 

Encuentra la imagen aquí.


Si eres también una mariposa, espero ayudarte a perderle el miedo a salir de ese escudo protector. Cada mariposa es única en su tipo, todas tienen belleza sin igual. Déjate ser descubierta, pero primero, descúbrete.