Cierta vez le dijeron que existía un lugar, en donde el viento y su pelo se pondrían a jugar, mientras el canto de las golondrinas marcarían su paso al andar. Le dijeron también que parecía un pequeño Edén. Y que al cruzar un puente, se sentiría valiente, por haber caminado sobre un lago, a veces furioso, a veces calmo. Decidida dijo "Iré a buscar el paraíso".
Llegó a aquel departamento y anduvo por sus calles. Preguntó por el paraíso, le dijeron: -"Está en medio del lago". En carro cruzó un puente, y llegó a la isla mayor. Donde hay calles coloridas, y ¿por qué no decirlo? Venden la mejor pizza. Alrededor de toda la isla, hay un cordón de concreto, en donde unos caminan, otros pedalean y unos cuantos bailan a la media noche. Cuando llegó no vio a ninguno, pues el lago había crecido, inundando algunas calles, demostrando poderío.
Encontró a un lanchero, que prometió mostrarle lo más bello. En la lancha el lago atravesó, yendo de extremo a extremo. En uno de ellos, un mirador se situaba. Subió a él y encontró a más gente que la belleza de la isla mayor admiraba. Bajó, y con el viaje en lancha prosiguió. Llegó al par de islas más pequeñas.
Animales de todo tipo: aves, cocodrilos y un jaguar que se paseaba. No hicieron falta las guacamayas, pues hasta andaban en bandada. Respiró profundamente y cerrando los ojos pensó "estoy respirando paraíso".
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Yo, cruzando el puente |
Cuando te acostumbras a un paisaje gris, con edificios y bullicio, parece casi una bendición llegar a un lugar donde el sonido de los animales sea la canción. Tan distinto, tan puro, tan natural. Verde, como alguna vez lo fue el lugar donde ahora, en lugar de plantas y vida; lo que reposa sobre el suelo es block, cemento y vigas.
El departamento es Petén. La isla mayor es la Isla de Flores. El lago es el Petén Itzá. El mirador es el del Rey Canek. Y las dos pequeñas islas, conectadas por el puente, son Petencito. El paraíso se encuentra en Guatemala.